REVISTA VIRTUAL DE ARTE Y CULTURA

Casa suelta somos todos; todos los que creemos en una búsqueda universal, en la diversidad de caminos, en la posibilidad de transformarnos a cada instante.
Este es un espacio donde convergen las opiniones, las voces, la imagen, la ficción, la palabra, la vida que fluye en interminables laberintos a explorar. Una mirada hacia nosotros, hacia el mundo que nos circunda, para regresar luego al mandala de nuestra esencia.
Somos todos una casa suelta... puede entrar, la puerta está abierta... la ventana también.

La casa anda suelta. Recorre paisajes urbanos, humanos, silvestres, campestres. Se escapa como perro sin correa y se pasea sola. Es una loca linda. Es un hogar abierto.
"Cuidadito que se pierde". Se esconde detrás de un farolito o de un arbolito y dice: "acá `ta". Entonces hay que escucharla porque trae historias para todos los gustos.

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miércoles, 23 de abril de 2008

¿Qué sabemos de poesía?

No podría imaginar el género sin traer a la mente una imagen de serena e inquietante claridad.
La poesía, para quienes no la escribimos, tiene la magia de lo inalcanzable, el resabio de no haber aprendido cómo se logra trasladar esa serie de sensaciones, imagenes y sentimientos que el común de la gente guarda en algún lugar del alma. Una cadena de metáforas nos eriza la piel, nos traslada a un espacio efímero, aunque imposible de abandonar.Nos delata en las mejillas con cada verso, condensa la ínfima sensibilidad que intentamos ocultar. Ante ella, se levantan los sentidos del letargo de no decir con las palabras, sino de manifestar con los sonidos lo estrecho y sutil de su música eterna.
Los grandes autores de poesías(no quiero dar nombres para no herir suceptibilidades), y porqué no, los no tan conocidos y geniales, encarnan con su melodía, el papel de transferirnos los mensajes más feroces de la manera más generosa y serena. La poesía tiene fuerza en las causas justas, exquisitez en los fundamentos filosóficos y claridad en una plegaria de amor.
La poesía tiene adentro de cada palabra silencio. Conlleva un devenir de ausencias que el lector internaliza como propias, se hace esclavo de sus letras aunadas y en comunión. Nos sacude y nos da paz. Género ambiguo éste que nos arranca, nos devuelve y no volvemos a ser los mismos.

Analía Rodríguez Borrego



Digo que no puede decirse el amor


Digo que no puede decirse el amor.
El amor se come como un pan,
se muerde como un labio,
se bebe como un manantial.
El amor se llora como a un muerto,
se goza como un disfraz.
El amor duele como un callo,
aturde como un panal,
y es sabroso como la uva de cera
y como la vida es mortal.

El amor no se dice con nada,
ni con palabras ni con callar.
Trata de decirlo el aire
y lo está ensayando el mar.
Pero el amante lo tiene prendido,
untado en la sangre lunar,
y el amor es igual que una brasa
y una espiga de sal.

La mano de un manco lo puede tocar,
la lengua de un mudo, los ojos de un ciego,
decir y mirar.
El amor no tiene remedio
y sólo quiere jugar.



Jaime Sabines.

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